domingo, 25 de octubre de 2009

"OPERACIÓN PONIENTE"; REY EN EL REINO DEL PLÁSTICO

REPORTAJE

El alcalde de El Ejido, encarcelado por corrupción, llevó con mano de hierro la ciudad de los invernaderos

El alcalde de El Ejido, Juan Enciso, en la inauguración de un campo de tiro en esa localidad almeriense.-

FERNANDO J. PÉREZ - Málaga -

Juan Enciso Ruiz, un empresario agrícola de 60 años, tan tosco como astuto, ha pasado casi una tercera parte de su vida como alcalde de El Ejido (Almería), la ciudad-invernadero que convirtió en su razón de ser y en origen de su fortaleza política. Su controvertida carrera como regidor, que inició en 1991 de la mano del PP, partido del que se marchó en 2005 para fundar la formación personalista Partido de Almería (Pal), quedó suspendida -nadie se atreve aún a darla por acabada- el pasado viernes. Esa noche, tras cinco horas de interrogatorio, la juez Montserrat Peña le envió a la prisión de El Acebuche, acusado de encabezar una trama que supuestamente malversó 150 millones de euros de las arcas municipales durante al menos seis años.

La trama está acusada de malversar 150 millones de euros

La juez ha ordenado el ingreso en prisión de ocho imputados

La Operación Poniente, coordinada por la Fiscalía Anticorrupción, se inició el pasado martes con el arresto de Enciso y de otras 19 personas, entre ellas el interventor municipal, José Alemán, y el empresario sevillano José Amate. Al final, la operación se ha saldado con ocho órdenes de prisión, la última, la del empresario Juan Antonio Galán.

Las detenciones apenas supusieron una sorpresa para los ejidenses, muchos de los cuales recurren a una frase habitual en las localidades afectadas por la corrupción: "Esto se veía venir".

Pese a su talante autoritario y en ocasiones volcánico, Juan El Chato, hijo de una de las familias más antiguas de El Ejido, ha sabido cultivarse una imagen de hombre del pueblo. "Yo he visto cómo hace esperar a gente importante mientras atiende a una viuda en su despacho", asegura la madre Carmen, una religiosa que lleva un proyecto de cooperación con la localidad nicaragüense de San José de los Remates, hermanada con El Ejido. "Levantó el pueblo con empuje y buena voluntad, y no le importó enfrentarse a Aznar, a Javier Arenas o a quien hiciera falta. Para él, el pueblo está por encima de todo", afirma la religiosa.

Ese carácter populista casa muy bien con la mentalidad de sus vecinos, agricultores acostumbrados a ganarse la vida con sus propios medios, con un finísimo olfato para los negocios y que le han otorgado una mayoría absoluta tras otra.

El poder emprendedor de los agricultores ha hecho que El Ejido haya pasado de 41.000 a 80.000 habitantes en apenas dos décadas. Muchos vecinos se han enriquecido gracias al océano de plástico que cubre el municipio desde el mar hasta la falda de la Sierra de Gádor y que en 2008 facturó frutas y hortalizas por valor de 924 millones de euros. Sin embargo, esa rápida, que no fácil, prosperidad, que se visualiza con la presencia de una oficina bancaria por cada mil habitantes, ha acarreado no pocos problemas. Los invernaderos han atraído a más de 25.000 inmigrantes, muchos de los cuales perciben salarios de apenas dos euros la hora y malviven en chabolas en medio del laberinto de invernaderos y alejados del núcleo principal de El Ejido.

Hasta febrero de 2000 apenas había referencias de Enciso en los medios de comunicación. De él apenas se había publicado que en 1994 impidió que aterrizara en el pueblo el helicóptero del entonces ministro socialista de Agricultura, Vicente Albero, o que en 1997 tachó de "incidente aislado" la paliza que recibieron dos inmigrantes. Sin embargo, ese mes de febrero de 2000, El Ejido y Enciso se convirtieron en la vergüenza de España en todo el mundo, cuando la ciudad fue escenario de una ola de violencia racista, ocurrida después del asesinato de dos agricultores y una mujer a manos de inmigrantes marroquíes. En aquellos días se hizo célebre una frase del alcalde: "A las ocho de la mañana todos los inmigrantes son pocos; a las ocho de la tarde, sobran todos". Este discurso duro del "nosotros" contra "el otro" tuvo éxito: en las elecciones generales de marzo de 2000, el PP, partido de Enciso, obtuvo un 63% de los votos en El Ejido.

Los repetidos éxitos electorales hicieron que Enciso, junto a su mano derecha, José Añez, intentara el asalto al PP provincial. La crisis acabó con la salida del regidor de las filas populares cinco minutos antes de su expulsión. Enciso fundó el Partido de Almería, una especie de GIL de los invernaderos, y siguió arrasando. Fue la época en que El Ejido se vistió de mármol y lujo, en la que el Ayuntamiento traía a tocar a los Rolling Stones y Enciso se hacía imprescindible como bisagra tanto para el PP como para el PSOE, que al final lo llevó de socio en la Diputación. Ambos partidos hacen ahora como que no lo conocen.

elpaís.com

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