domingo, 12 de julio de 2009

RAJOY DEBE ACABAR CON EL CHANTAJE DE BÁRCENAS AL PP

EDITORIAL

QUE EL PP está sufriendo un chantaje de su tesorero y senador Luis Bárcenas parece cada día más claro. La expresión puede sonar fuerte pero eso es lo que está sucediendo: Bárcenas ha asegurado en unas declaraciones a la cadena Cope que sólo dimitirá «de forma transitoria» cuando el Tribunal Supremo pida el suplicatorio al Parlamento, ya que sigue gozando de «la confianza» de Rajoy. Según mantiene en esa entrevista, nadie en la dirección del partido le ha pedido que dimita y con el único que ha hablado «directamente» del asunto es con Rajoy.

Ello no es cierto, porque, como EL MUNDO revela hoy, Dolores de Cospedal, secretaria general del PP, le pidió el pasado 3 de julio en la sede de Génova que renunciara al cargo de forma inmediata. Bárcenas se negó, argumentando que su abogado, Miguel Bajo, le había aconsejado que permaneciera en el puesto de tesorero.

Bárcenas se lo está poniendo muy difícil a Rajoy, ya que ha contratado a su propio abogado y a un asesor de imagen al margen del partido. Va diciendo que no se atreven a echarle porque sabe demasiado y amenaza con «llevarse por delante» a Esperanza Aguirre e Ignacio González o con revelar datos comprometedores sobre la boda de la hija de Aznar.

En una reciente columna de Raúl del Pozo, que causó conmoción en el partido, una persona que podía ser el propio Bárcenas o alguien que hablaba en su nombre tachaba de «retrasada mental» a la propia María Dolores de Cospedal, número dos en Génova.

Llegados a este punto, a Rajoy no le queda otra alternativa que exigir la dimisión de Bárcenas, cuya permanencia en el cargo cuestiona su autoridad. Rajoy no puede tolerar que el tesorero diga en público que él es quien va a decidir cuándo deja la dirección y que, en cualquier caso, su salida se hará «de forma transitoria».

Bárcenas va a ser imputado por graves delitos, entre ellos, el de haber aceptado sobornos a cambio de contratos y favores. No puede, por tanto, administrar los tiempos ni decir que su dimisión será «transitoria».

Y menos aceptable todavía es que vaya por el mundo amenazando a sus compañeros de partido y jactándose de que goza de apoyos como los de Álvarez Cascos, Arenas o Ana Mato. De seguir así, corre el riesgo de convertirse en el Rafael Vera del PP, amagando de forma permanente con el chantaje de oscuros secretos.

Si Bárcenas tiene algo que decir, que lo diga de una vez. Que no se calle nada de lo que sabe, pero que, acto seguido, dimita para no provocar más daño al PP. Ayer, la vicepresidenta María Teresa Fernández de la Vega volvió a insistir en que los ciudadanos merecen «explicaciones».

Igualmente, sería deseable que Cascos, Mato y Arenas se desmarcaran públicamente de Bárcenas, aprovechando su buena relación personal para pedirle que abandone el cargo de tesorero.

Habrá quien argumente que Bárcenas merece la presunción de inocencia. Ello vale en el plano de lo penal pero no en el político. No puede seguir en la dirección del PP cuando pesan sobre él sospechas de delitos tan graves como el cohecho. Por otro lado, Bárcenas no ha dado todavía una justificación convincente del enorme incremento de su patrimonio.

En última instancia, el responsable de su permanencia es Rajoy, que afirmó hace unas semanas que no quiere cometer «una injusticia». Rajoy tiene que defender los intereses y la imagen del partido y, por ello, sólo le queda la opción de exigir la inmediata dimisión de Bárcenas.

ELMUNDO.ES

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