Matas, siendo ministro de Medio Ambiente (Reuters)
El casoplón está frente a la calle Montenegro, a escasos 50 metros de la Conselleria de Turismo, y apenas a tres minutos a pie del Consolat de la Mar, sede de la Presidencia del Govern balear. En el número 8 de la calle San Felio se sitúa el Palacete de Jaume Matas. Maite Areal, su mujer, valenciana, ex asesora de Esperanza Aguirre en la Comunidad de Madrid, amante de las joyas y a pagar en cash en la ‘Milla de Oro’ del barrio de Salamanca, convenció a Matas de la necesidad de mudarse a San Felio, una vivienda (maldita desde el minuto 1), de casi 500 metros cuadrados.
El president vivía en un chalecito adosado de Cas Català, ya en el término municipal de Calvià, casi lindando con Palma, y situado muy cerca del hotel Maricel, en el que participa accionarialmente Alicia Koplowitz. El chalé ya no representaba para Areal un escenario vital acorde para el cargo de su marido, un economista de 53 años que empezó trabajando en una tienda de electrodomésticos y que acabó sentado en Consejos de Ministros del crecido Aznar de la mayoría absoluta, antes de recuperar los mandos de una comunidad autónoma siempre convulsa políticamente.
- Jaime, vámonos a Palma.
- Maite, aquí estamos muy bien.
- Encontraremos algo mucho más grande, más seguro y podrás ir andando al Consolat.
Este diálogo del matrimonio Matas-Areal, ficticio, pero factible, según aseguran sus íntimos, marca el principio de la pesadilla judicial a la que se enfrenta el ex ministro de Medio Ambiente. Imputado por el Juzgado de Instrucción número 3 de Palma, Matas declarará ante el juez José Castro el 23 de marzo de 2010 por presuntas irregularidades en la construcción del velódromo Palma Arena y en el incremento de su patrimonio inmobiliario.
Matas, que había planificado retirarse de la política en 2011, tras permanecer ocho años en el Govern, como prometió y cumplió su jefe monclovita, empezó la legislatura 2003-2007 sin un segundo de descanso. El por aquel entonces president vivía por y para una obsesión: hacer muchas obras y, sobre todo, muy rápido. También quería que el electorado las visualizara con nitidez. Sostenía Matas que el inoperante Govern del Pacte de Progrés de un Xisco Antich más ideológico y pardillo que el actual, no había hecho nada por Baleares. Y construyó autopistas, impulsó un nuevo hospital de referencia (el polémico Son Espases), una línea de metro (que estuvo cerrada diez meses por graves deficiencias técnicas) y un velódromo: el ya famoso Palma Arena, que costó 100 millones de euros, el doble de lo presupuestado. Matas, que se perdió la clase de la máxima clásica: “Las prisas no son buenas consejeras”, habló de “milagro” por construir esta infraestructura en un tiempo récord. Todo para que acabara la obra antes de las elecciones de 2007.
El president vivía en un chalecito adosado de Cas Català, ya en el término municipal de Calvià, casi lindando con Palma, y situado muy cerca del hotel Maricel, en el que participa accionarialmente Alicia Koplowitz. El chalé ya no representaba para Areal un escenario vital acorde para el cargo de su marido, un economista de 53 años que empezó trabajando en una tienda de electrodomésticos y que acabó sentado en Consejos de Ministros del crecido Aznar de la mayoría absoluta, antes de recuperar los mandos de una comunidad autónoma siempre convulsa políticamente.
- Jaime, vámonos a Palma.
- Maite, aquí estamos muy bien.
- Encontraremos algo mucho más grande, más seguro y podrás ir andando al Consolat.
Este diálogo del matrimonio Matas-Areal, ficticio, pero factible, según aseguran sus íntimos, marca el principio de la pesadilla judicial a la que se enfrenta el ex ministro de Medio Ambiente. Imputado por el Juzgado de Instrucción número 3 de Palma, Matas declarará ante el juez José Castro el 23 de marzo de 2010 por presuntas irregularidades en la construcción del velódromo Palma Arena y en el incremento de su patrimonio inmobiliario.
Matas, que había planificado retirarse de la política en 2011, tras permanecer ocho años en el Govern, como prometió y cumplió su jefe monclovita, empezó la legislatura 2003-2007 sin un segundo de descanso. El por aquel entonces president vivía por y para una obsesión: hacer muchas obras y, sobre todo, muy rápido. También quería que el electorado las visualizara con nitidez. Sostenía Matas que el inoperante Govern del Pacte de Progrés de un Xisco Antich más ideológico y pardillo que el actual, no había hecho nada por Baleares. Y construyó autopistas, impulsó un nuevo hospital de referencia (el polémico Son Espases), una línea de metro (que estuvo cerrada diez meses por graves deficiencias técnicas) y un velódromo: el ya famoso Palma Arena, que costó 100 millones de euros, el doble de lo presupuestado. Matas, que se perdió la clase de la máxima clásica: “Las prisas no son buenas consejeras”, habló de “milagro” por construir esta infraestructura en un tiempo récord. Todo para que acabara la obra antes de las elecciones de 2007.
Con lo que no contó fue con que Maria Antònia Munar, lideresa de Unió Mallorquina, le hiciera la peseta, poniéndole los cuernos y acordara MAM / Sa Princesa, como es conocida en Mallorca, un Govern hexapartito que apartaba del poder al PP, a tan sólo un escaño de la mayoría absoluta. Munar se reservó la Presidencia del Parlamento de Baleares. Fue entonces cuando el derrocado president se trasladó a Washington. Simón Pedro Barceló le dio trabajo en el grupo Barceló como asesor en proyectos de expansión en el Caribe. El Pacte II tiró con odio de la manta y examinó con microscopio cada factura, cada contrato del Govern del PP. El gatillo estaba preparado. Y el fuego enemigo, judicial y mediático, estalló sin compasión.
Un estrecho ex colaborador de Matas se tomó un café de una hora en el lugar de veraneo del ex president, la Colònia de Sant Jordi, frente a la isla de Cabrera. Ahora habla para El Confidencial sobre el ciclón al que se enfrenta el ex ministro, desde el pasado mes de junio trabaja, en Nueva York, como experto en cambio climático y energías renovables de la consultora PricewaterhouseCoopers. “Está muy sereno, muy tranquilo, muy seguro”, asegura. Este ex colaborador no cree que sea condenado. Si al final lo es, será expulsado del partido. “Dudo que el juez tenga elementos consistentes para acusarle de algo. Lo único que quieren es destruirle. En su Govern trabajamos muy bien, a contrarreloj, para que las infraestructuras estuvieran a tiempo”.
Este diario contacta con un ex miembro del equipo de consellers de Matas. Asegura que aún conserva la amistad con él, aunque la distancia, “marca”. Eso sí, se felicitan por las fiestas, se cruzan correos electrónicos. Otro mallorquín que trabajó con intensidad en la etapa no opina de la misma manera: “Él se ha ido. Y no se puede saber si sigue con los amigos simplemente porque se fue de un modo radical, inesperado, y a los tres días de perder las elecciones. Este hombre se ha autoexiliado y sus hombres de confianza han dejado de llamarle”, puntualiza.
No ocurrió lo mismo cuando Gabriel Cañellas fue obligado por Aznar a dejar la Presidencia del PP de Baleares y el despacho del Consolat de la Mar en 1995 por el escándalo del túnel de Sóller. Cañellas mantuvo –y mantiene– su condición de oráculo, una suerte de Manuel Fraga versión balear. La peregrinación cañellística de políticos populares en busca de consejo espiritual jamás ha cesado. Aconseja en plan patriarcal, pero Matas no sólo se fugó, sino que ha construido una barrera invisible entre él y el partido. De hecho, el actual líder del PP de las Islas, José Ramón Bauzà, no mantiene ningún vínculo con Matas. Y con Rosa Estaràs, su ex vicepresidenta, el contacto es mínimo, aunque cuando ella dimitió como ‘número 1’ del partido el ex president sí la telefoneó.
Con quien mantiene estrecha relación, lógicamente, es con su abogado, Rafael Perera, que junto a su hijo, Salvador Perera, preparan su defensa en su despacho mallorquín. Los Perera, abogados del Partido Popular de Baleares, también tienen en su nómina de clientes a Maite Areal y Fernando Areal, imputados por el juez Castro tras la investigación de los fiscales Carrau y Horrach. Matas quiere declarar cuanto antes. Pero el juez no le deja.
Alguien que trabajó muy cerca de él, que tiene cita en los juzgados, ofrece a El Confidencial su versión de los cuatro años de Govern Matas: “El lunes es muy fácil acertar el Pleno al 15 de la Quiniela. Mientras gobernábamos todo el mundo aplaudía por las orejas y ahora por cuatro corruptos se quiere demonizar el trabajo de todos nosotros”. Mientras pasan los meses y llega el 23 de marzo de 2010 el Juzgado de Instrucción número 3 de Palma será el foco de atención de Baleares, la comunidad que presidió un ex ministro con prisas, demasiadas, por hacer muchas cosas en el menor tiempo posible. Costara lo que costara…
elconfidencial.com
Un estrecho ex colaborador de Matas se tomó un café de una hora en el lugar de veraneo del ex president, la Colònia de Sant Jordi, frente a la isla de Cabrera. Ahora habla para El Confidencial sobre el ciclón al que se enfrenta el ex ministro, desde el pasado mes de junio trabaja, en Nueva York, como experto en cambio climático y energías renovables de la consultora PricewaterhouseCoopers. “Está muy sereno, muy tranquilo, muy seguro”, asegura. Este ex colaborador no cree que sea condenado. Si al final lo es, será expulsado del partido. “Dudo que el juez tenga elementos consistentes para acusarle de algo. Lo único que quieren es destruirle. En su Govern trabajamos muy bien, a contrarreloj, para que las infraestructuras estuvieran a tiempo”.
Este diario contacta con un ex miembro del equipo de consellers de Matas. Asegura que aún conserva la amistad con él, aunque la distancia, “marca”. Eso sí, se felicitan por las fiestas, se cruzan correos electrónicos. Otro mallorquín que trabajó con intensidad en la etapa no opina de la misma manera: “Él se ha ido. Y no se puede saber si sigue con los amigos simplemente porque se fue de un modo radical, inesperado, y a los tres días de perder las elecciones. Este hombre se ha autoexiliado y sus hombres de confianza han dejado de llamarle”, puntualiza.
No ocurrió lo mismo cuando Gabriel Cañellas fue obligado por Aznar a dejar la Presidencia del PP de Baleares y el despacho del Consolat de la Mar en 1995 por el escándalo del túnel de Sóller. Cañellas mantuvo –y mantiene– su condición de oráculo, una suerte de Manuel Fraga versión balear. La peregrinación cañellística de políticos populares en busca de consejo espiritual jamás ha cesado. Aconseja en plan patriarcal, pero Matas no sólo se fugó, sino que ha construido una barrera invisible entre él y el partido. De hecho, el actual líder del PP de las Islas, José Ramón Bauzà, no mantiene ningún vínculo con Matas. Y con Rosa Estaràs, su ex vicepresidenta, el contacto es mínimo, aunque cuando ella dimitió como ‘número 1’ del partido el ex president sí la telefoneó.
Con quien mantiene estrecha relación, lógicamente, es con su abogado, Rafael Perera, que junto a su hijo, Salvador Perera, preparan su defensa en su despacho mallorquín. Los Perera, abogados del Partido Popular de Baleares, también tienen en su nómina de clientes a Maite Areal y Fernando Areal, imputados por el juez Castro tras la investigación de los fiscales Carrau y Horrach. Matas quiere declarar cuanto antes. Pero el juez no le deja.
Alguien que trabajó muy cerca de él, que tiene cita en los juzgados, ofrece a El Confidencial su versión de los cuatro años de Govern Matas: “El lunes es muy fácil acertar el Pleno al 15 de la Quiniela. Mientras gobernábamos todo el mundo aplaudía por las orejas y ahora por cuatro corruptos se quiere demonizar el trabajo de todos nosotros”. Mientras pasan los meses y llega el 23 de marzo de 2010 el Juzgado de Instrucción número 3 de Palma será el foco de atención de Baleares, la comunidad que presidió un ex ministro con prisas, demasiadas, por hacer muchas cosas en el menor tiempo posible. Costara lo que costara…
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