Restaurante Sorolla, Pigmalión y Serrano, 50
* 'Correa era parco en la comida y la bebida', dice una persona de su entorno
* Varias veces al mes la trama acudía al local de alterne 'Pigmalión'
* A sus conocidas las llamaban 'novias'
* El otro local que frecuentaban era el preferido por Loquillo, 'El Balmoral'
* Varias veces al mes la trama acudía al local de alterne 'Pigmalión'
* A sus conocidas las llamaban 'novias'
* El otro local que frecuentaban era el preferido por Loquillo, 'El Balmoral'
R. Bécares | Madrid
Ya desaparecido -ahora es un local de comida asiática-, el restaurante Sorolla era el establecimiento preferido por la trama. Situado en la primera planta del número 4 de la calle Hermosilla, muy cerca del Hotel Fénix, era el lugar idóneo para encontrar intimidad. De decoración pesada, con voluminosas telas y cortinajes blancos, el local tenía ocho o diez mesas en su salón principal y tres reservados, sitio preferencial de la trama. Merluza, ensalada o solomillos no solía faltar en la mesa. Aun así, Correa comía poco. "Era parco en la comida y la bebida", precisa un antiguo conocido de Correa.
Las reuniones allí podían durar horas. "Correa era capaz de comenzar una comida de negocios a la hora de comer y empalmar con la cena", dicen los que presenciaron alguna de esas comidas. Cuando se iba el público, el 'maitre' se debía quedar de comparsa para lo que quisieran estos clientes VIP de los reservados Dali o Murillo.
No se cortaban incluso para contar sobre las mesas ovaladas del restaurante importantes cantidades de dinero. Según recoge el sumario, por ejemplo, la organización recibió allí en 2005 un sobre con 29.000 euros de una comisión de Constructora Hispánica. Se sentían tan en casa en sus reservados que incluso citaban allí a su sastre para que les tomara medidas.
Según las conversaciones grabadas por el 'topo' José Luis Peñas incluidas en el sumario, allí se hablaba de negocios y de actualidad política. De los concursos de administraciones que había que lograr, de la situación de los políticos vinculados a la trama e incluso de la actualidad informativa -muchos miembros del clan devoraban los periódicos-. Otro de los restaurantes que solían frecuentar era el Porto Novo.
Las reuniones allí podían durar horas. "Correa era capaz de comenzar una comida de negocios a la hora de comer y empalmar con la cena", dicen los que presenciaron alguna de esas comidas. Cuando se iba el público, el 'maitre' se debía quedar de comparsa para lo que quisieran estos clientes VIP de los reservados Dali o Murillo.
No se cortaban incluso para contar sobre las mesas ovaladas del restaurante importantes cantidades de dinero. Según recoge el sumario, por ejemplo, la organización recibió allí en 2005 un sobre con 29.000 euros de una comisión de Constructora Hispánica. Se sentían tan en casa en sus reservados que incluso citaban allí a su sastre para que les tomara medidas.
Según las conversaciones grabadas por el 'topo' José Luis Peñas incluidas en el sumario, allí se hablaba de negocios y de actualidad política. De los concursos de administraciones que había que lograr, de la situación de los políticos vinculados a la trama e incluso de la actualidad informativa -muchos miembros del clan devoraban los periódicos-. Otro de los restaurantes que solían frecuentar era el Porto Novo.
Pigmalión
La trama conocía el 'Pigmalión', uno de los locales de alterne con más renombre de Madrid, como la 'ofi', pero en verdad era poco más que un sitio de asueto. Según se desprende del sumario, iban frecuentemente al local, donde chicas de procedencia latinoamericana o de Europa del Este, bien vestidas, voluptuosas, algunas elegantes como ejecutivas agresivas, ofrecen sus encantos. Correa no solía beber mucho. Se cuidaba. Decía que sólo tomaba un chorrito de whisky de Malta "para quitarle el sabor dulzón a la Coca-Cola". Crespo y 'El Bigotes' siempre pedían lo mismo en este local donde la consumición no baja de 20 euros: gin-tonics.
Pese a que era un lugar de relax, siempre se hablaba algo de negocios y eventualmente podía servir de escenario para cerrar allí acuerdos usando las armas de seducción femeninas, según se desprende del sumario. En una conversación intervenida por la Policía, Correa le dice a Pérez que se lleve allí a los responsables de organizar el evento de los Grammy en Valencia. Supuestamente para engatusarles en el local, donde también cenaban alguna que otra vez.
"Iban todas las semanas", explican desde el entorno de la trama. A sus conocidas las conocían como las 'novias', según desvela el sumario. "La novia de Peter sentada conmigo, tu novia sentada al otro lado, les dije queréis dejarme hijasdeputa a ver si ligo... y se meaban de risa", le cuenta en una conversación intervenida por la Policía Pérez a Correa sobre una de sus últimas visitas al 'Pigma'.
Mientras fuera, en sus verdaderas oficinas, se mostraban como tiburones empresarios, allí parecían adolescentes. "Tío, dice que está enamorada de mí, ¿tú te lo crees?", le pregunta Correa a Álvaro Pérez sobre una de las chicas del local en otra conversación.
"Paco lo que quiere es que te vayas un montón de tiempo con él fuera de España", le tranquiliza en otra conversación 'El Bigotes' a Rosangela, una de las chicas del Pigmalión que parecía cabreada con 'Don Vito' tras acudir al Fénix la noche anterior.
La trama parecía seguir esa máxima de 'a mi piba ni mirarla', según una persona que les vio actuar allí varias veces y tal y como reflejan las conversaciones intervenidas. Las preferidas de cada uno eran sus preferidas y punto. Los ahora imputados bromeaban con ello. "Ni te acerques... que yo no puedo hablar contigo casi, que nos mata Paco, y se meaba de risa", le relataba Crespo a Correa sobre una conversación con una de las mujeres del establecimiento.
La banda también solía frecuentar el Balmoral, un mítico local de la calle Hermosilla al que el propio Loquillo dedicó un disco. El salón del bar, experto en coctails, estaba decorado con piezas de caza. Acodados en sus barras se podría encontrar a rockeros como Bunbury o Loquillo y a altos gerifaltes de empresas, entre ellos Correa, que tenía bastante aprecio al local, abierto en 1955 con una prohibición: la música, lo que fomentaba la conversación.
"Le gustaban los sitios pintorescos, como era él", confirma un ex amigo del líder de la trama, que celebró allí la fiesta de Navidad de 2003, dejándose en copas alrededor de 9.000 euros, según consta en el sumario. El Pigmalión y el Balmoral, que cerró en 2006, eran sus sitios preferentes para tomar algo por la noche. "No les gustaba salir de los sitios que ellos controlaban, donde enseñaban la pasta y ya eran algo", cuenta gente del entorno de Correa.
La trama conocía el 'Pigmalión', uno de los locales de alterne con más renombre de Madrid, como la 'ofi', pero en verdad era poco más que un sitio de asueto. Según se desprende del sumario, iban frecuentemente al local, donde chicas de procedencia latinoamericana o de Europa del Este, bien vestidas, voluptuosas, algunas elegantes como ejecutivas agresivas, ofrecen sus encantos. Correa no solía beber mucho. Se cuidaba. Decía que sólo tomaba un chorrito de whisky de Malta "para quitarle el sabor dulzón a la Coca-Cola". Crespo y 'El Bigotes' siempre pedían lo mismo en este local donde la consumición no baja de 20 euros: gin-tonics.
Pese a que era un lugar de relax, siempre se hablaba algo de negocios y eventualmente podía servir de escenario para cerrar allí acuerdos usando las armas de seducción femeninas, según se desprende del sumario. En una conversación intervenida por la Policía, Correa le dice a Pérez que se lleve allí a los responsables de organizar el evento de los Grammy en Valencia. Supuestamente para engatusarles en el local, donde también cenaban alguna que otra vez.
"Iban todas las semanas", explican desde el entorno de la trama. A sus conocidas las conocían como las 'novias', según desvela el sumario. "La novia de Peter sentada conmigo, tu novia sentada al otro lado, les dije queréis dejarme hijasdeputa a ver si ligo... y se meaban de risa", le cuenta en una conversación intervenida por la Policía Pérez a Correa sobre una de sus últimas visitas al 'Pigma'.
Mientras fuera, en sus verdaderas oficinas, se mostraban como tiburones empresarios, allí parecían adolescentes. "Tío, dice que está enamorada de mí, ¿tú te lo crees?", le pregunta Correa a Álvaro Pérez sobre una de las chicas del local en otra conversación.
"Paco lo que quiere es que te vayas un montón de tiempo con él fuera de España", le tranquiliza en otra conversación 'El Bigotes' a Rosangela, una de las chicas del Pigmalión que parecía cabreada con 'Don Vito' tras acudir al Fénix la noche anterior.
La trama parecía seguir esa máxima de 'a mi piba ni mirarla', según una persona que les vio actuar allí varias veces y tal y como reflejan las conversaciones intervenidas. Las preferidas de cada uno eran sus preferidas y punto. Los ahora imputados bromeaban con ello. "Ni te acerques... que yo no puedo hablar contigo casi, que nos mata Paco, y se meaba de risa", le relataba Crespo a Correa sobre una conversación con una de las mujeres del establecimiento.
La banda también solía frecuentar el Balmoral, un mítico local de la calle Hermosilla al que el propio Loquillo dedicó un disco. El salón del bar, experto en coctails, estaba decorado con piezas de caza. Acodados en sus barras se podría encontrar a rockeros como Bunbury o Loquillo y a altos gerifaltes de empresas, entre ellos Correa, que tenía bastante aprecio al local, abierto en 1955 con una prohibición: la música, lo que fomentaba la conversación.
"Le gustaban los sitios pintorescos, como era él", confirma un ex amigo del líder de la trama, que celebró allí la fiesta de Navidad de 2003, dejándose en copas alrededor de 9.000 euros, según consta en el sumario. El Pigmalión y el Balmoral, que cerró en 2006, eran sus sitios preferentes para tomar algo por la noche. "No les gustaba salir de los sitios que ellos controlaban, donde enseñaban la pasta y ya eran algo", cuenta gente del entorno de Correa.
La cafetería de Serrano, 50
En esta cafetería de la ‘milla de oro’, famosa por sus sandwiches mixtos, solía desayunar el líder de la trama. El local, alargado y estrecho, salpicado por taburetes altos, y con camareros de toda la vida, recuerda a las cafeterías de la América Profunda.
El propio Correa admitió ante el juez que en el local, donde compraba lotería -era un apasionado del juego y se gastaba miles de euros en lotería por toda España- y se limpiaba los zapatos, desayunó alguna vez con el ex diputado de Castilla León Jesús Merino, imputado por el juez y propietario de una empresa ahora investigada cuyas oficinas eran colindantes al establecimiento.
Empresarios encorbatados almorzando en la barra estos días recuerdan los aires del propio Correa. Los altavoces escupen música de los 60 y 70 mientras los camareros atienden a la clientela, mucha de ella jubilada. Los empleados, fieles a la privacidad de los clientes, no sueltan ni media.
elmundo.es
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