CORRUPCIÓN / URBANISMO «MADE IN SPAIN»
EL MUNDO
EL PERIODISTA recorre La Muela y se sorprende de lo que encuentra: tres museos, plaza de toros, zoológico, viajes al Caribe... pero ni un instituto. «Bastante poco cobramos los políticos como para que no podamos recalificar», decía «Mariví», la alcaldesa, detenida por corrupciónA
Al llegar a La Muela, Dios pasaba de largo». Lo dice Marisa, los 70 en bandolera y la permanente, cual empalizada numantina, resistiendo los embates del cierzo. Todavía recuerda cuando aquello era un desierto lunar de acento maño, un pedregal con tres olivos mal encarados y los más pobres vivían en cuevas, allá en lo bajo del pueblo.
Y Dios no, pero un día de 1986 se frenó Eolo y plantó 12 molinos.De seguido, por primera vez, hizo parada y fonda el dinero. Con el parné desembarcaron las grúas. Como aquello cada vez se parecía más al resto de España, empezaron a apearse los dioses menores, los de sobremesa de hule, los Julio Iglesias, Jesulín de Ubrique y David Bustamante. De tanto en tanto, hasta venían extranjeros, que si gobernadores, que si alcaldes, a contemplar «el milagro de La Muela», que aquello era digno de aprenderse y ser contado.Y hasta corrió la voz en el pueblo, cuando Obama dijo que España era el ejemplo a seguir en materia de energías renovables, de que el presidente de EEUU podría terminar poniendo pie en este villorrio a 23 kilómetros de Zaragoza.
Esta es la historia de La Muela, un pueblo español. Quizás demasiado.Porque este municipio es un epítome del faraónico enriquecimiento de este país en las últimas décadas. El piso piloto de la corrupción made in Spain. Le llamaban «desarrollo», como en el franquismo.El faraónico decorado de oropel despertaba envidias y parabienes.Y era sólo un potaje de especulación urbanística donde (casi) todos mojaban.
Uno sabe que ha llegado a La Muela cuando, desde la A-2, divisa cientos de mástiles de secano. Como una rendición de Breda donde los lanceros portasen hélices. Se pasa del erial a la vanguardia en un giro de volante. Con el aerodinámico edificio del Museo del Viento arranca un paseo de diseño con farolas de vanguardia.Una cada cinco metros. Ni una pista de aeropuerto. Una preciosa promenade con vistas a la nada ruidosa de la autovía. Y 50 metros más allá emerge un segundo museo, el de la Vida, con una sede en forma de libélula. En las rotondas brillan horrendas estatuas de bronce. Y en la fachada del Ayuntamiento resalta un gigantesco reloj de cuco con danzantes, como si esto fuera Baviera. Volvemos a España al divisar la inmensa plaza de toros, reluciente como un chisme recién desembalado. Tiene cubierta retráctil y es más moderna que la de Zaragoza. ¿Y el instituto?, preguntamos. «A 20 kilómetros, en otro pueblo».
LA LLAMABAN «SHERIFF»
María Victoria Pinilla, 56 años, es muelana de toda la vida.«La Mariví», para los de aquí; «la sheriff», para los constructores de la zona, por su habitual chaleco negro y sus modales de John Wayne.
Cuando agarró el bastón de alcaldesa, en 1987, gestionaba la vida de 900 lugareños con 40 millones de pesetas. El 11 de marzo, La Muela llegó a su habitante 5.000 y el municipio gestiona al año 5.300 millones de las antiguas pesetas (32 millones de euros).«Esa mujer levantó este pueblo de la nada con sus manos»; «ha creado un paraíso donde no querían estar ni las culebras», comentan los lugareños.
Mariví nació con una mano delante y otra detrás. Cuando su padre murió, le tocó ordeñar vacas y vender leche, ayudar a coser a su madre y deslomarse como obrera en Cauchos Aragón S.A. Con la democracia, ella y su marido compatibilizaron la granja de conejos con la política. Fue elegida alcaldesa en 1987 por el CDS. A la legislatura siguiente, por el Partido Aragonés (PAR).Qué más daban las siglas. Lo esencial era la cuenta corriente.Que engordaba, como su pueblo, por sobredosis de talones.
En la comarca de Valdejalón se habla, con sorna, del «señorío feudal» de La Muela. «Esto es un cortijo. Aquí no ha llegado la democracia», se queja un ex concejal socialista que tiró la toalla, harto de enfrentarse contra molinos. Los hay que votan con la papeleta bien abierta para que «la Mariví» se cerciore.Luego llegaban los jamones en Navidad, las atribuciones a dedo de viviendas y los contratos.
Porque La Muela, ayuntamiento con ocho plazas de funcionarios, tiene una plantilla de casi 200 personas. El método ya lo descubrió Brezhnev, pero lo que dice el neón es que La Muela tiene un 1,7% de paro. «Y a fin de año no doy dinero a los vecinos porque es ilegal», se jactaba Mariví en la prensa.
A través de la agencia de viajes de un amigo, Mariví pagaba escapadas anuales a los ancianos del pueblo a Argentina, Finlandia, el Caribe... Partían con un Jumbo privado desde Zaragoza.
-Cómo no vamos a votar a la Mariví, si nos llevó a México, muy bonito el hotel, por cierto, y también de crucero -explican Paco y Montse, jubilados.
-¿De crucero? ¿Por dónde?
-Mmm, pues por el mar. Y a la noche había baile.
La ciudadana Kane que quería hacer de su pueblo «la segunda ciudad de Aragón» se despierta ahora en una celda compartida de la prisión de Zuera, acusada de nueve delitos (cohecho, malversación, fraude, blanqueo...). Ella, que vivía en una casa de lujo, que tiene un chalé de 400 metros en Sotogrande -«junto al de la Ana Rosa» Quintana, dicen en el pueblo-, una propiedad en Marbella, pisos en Madrid y Zaragoza, propiedades incalculables en su pueblo y veraneaba en una urbanización de lujo de Punta Cana, junto a estrellas de Hollywood.
«TODO SE VEIA VENIR»
Mariví no escatimaba en caprichos. La familia se compró tres BMW de una tacada. Pagó 18.000 euros por ir a Argentina a ver la final de la Copa Davis. Cuando se registró su casa, se encontraron 60.000 euros en morados, los billetes de 500. En las cajas fuertes bancarias de ella y otros imputados, otros 780.000 euros más varios lingotes de oro.
Bien estiraba el sueldo Mariví: 36.000 euros anuales. «Bastante poco cobramos los políticos como para que no podamos recalificar», soltó un día. La frase, quizás un lapsus, quizás sinceridad aragonesa, podría ser el eslogan de una época en España. Ella prefirió inventar otro para sus dominios: «La Muela, un pueblo con el viento a favor». Y con la energía eólica empezó todo.
Desde todos los confines del pueblo parten los infinitos campos de molinos que pusieron a La Muela en el mapa. Ahora hay 500 y las empresas que los instalan pagan 3.000 euros anuales por cada uno. El foráneo se pregunta por qué hay gente que camina con capucha a pleno sol. Basta salir del coche para sentir el latigazo del cierzo, el viento frío y cabrón del Moncayo. Pero la respuesta al manantial de dinero que inundó este páramo no está en el viento, sino a ras de tierra.
«Todo fue por avaricia y se veía venir desde hace tiempo», comenta Pedro (nombre ficticio), que fue teniente de alcalde de Mariví, El fue testigo de «facturas irregulares, asignaciones a dedo y muchas cosas incorrectas». Mariví, según explica a Crónica, recalificaba a cambio de su copiosa propina. «Siempre hablaban de los señores de Madrid. Luego éstos llegaban con los maletines, pagaban a cuatro y vendían a 24».
Mariví entregó la gestión del urbanismo a la Sociedad Urbanística La Muela, que ella misma presidía. En los últimos años recalificó hasta siete millones de metros cuadrados. Su brazo derecho, Julián de Miguel, presidente de la promotora Aranade, en libertad bajo fianza de 120.000 euros, ejecutó la mayoría de las obras. Y un megaproyecto que, según varias fuentes, desató la investigación del juez Alfredo Lajusticia: el polígono industrial Centrovía.
Cuando Pedro pidió explicaciones a Mariví, ésta le dejó clara la ecuación: «Si no estás de acuerdo, sobras. Dimite».
-¿Por qué no lo denunciaste?
La respuesta muda de Pedro está en sus hombros. Encogidos.
«La gente miraba para otro lado para enriquecerse o por miedo», critica Marisol Aured, responsable del PP en el Ayuntamiento y ex concejal de Mariví. A ella también le llegó en su día el «Tú sobras» de la sheriff.
Otros se quedaron, como el concejal encarcelado, Juan Carlos Rodrigo Vela. Trabajaba en la fábrica de General Motors. A la semana siguiente de recoger su acta apareció con un Mercedes.Con el mismo don para la síntesis que su superior en el consistorio muelano, Rodrigo Vela reconoció en un pleno que se había presentado «para cobrar».
«Teníamos la sensación de que algo muy gordo se tramaba», comentan Pedro y Adrián, responsables locales de Chunta Aragonesista (CHA), «pero carecíamos de las pruebas». No sólo ellos sospechaban.Pero el acuerdo PSOE-PAR en el Gobierno aragonés no ayudó a que se investigasen las acusaciones políticas que otros grupos habían llevado incluso a las Cortes regionales. Hasta que, hace un año, alguien denunció a la sheriff.
«El cierzo corre por el campo yerto, alborotando en blancos torbellinos la nieve silenciosa». Mariví no tiene estudios y seguramente no lea a Machado. Pero los vientos que sembró en silencio han terminado desatando una tramontana judicial, la operación Molinos, con tres encarcelados -ella, el concejal Juan Carlos Rodrigo Vela y el empresario madrileño José Carlos Fernández- y 26 imputados -entre ellos el hijo de Mariví, constructor, su marido, su primo, varios promotores y parte de su equipo municipal-.
El enésimo capítulo de una novela picaresca por entregas (Marbella, Andratx, Ciempozuelos, caso Gürtel, Totana ) que va camino de llenar tomos y tomos de la Historia contemporánea de España.
El Parlamento Europeo aprobó una resolución el jueves en la que crucificaba a España por un «sistema de urbanización masiva» que «ha ignorado los derechos legítimos de miles de ciudadanos al tiempo que ha destruido el medio ambiente» y un laxismo frente a la «avaricia y la conducta especulativa» de autoridades locales y constructores. El informe Auken citaba La Muela en su lista de desmanes urbanísticos.
Las cifras dictan desde hace años que La Muela, con sus tres museos, su zoológico de pájaros y su plaza de toros high-tech es uno de los rincones de España con mayor calidad de vida. Y uno de los 10 municipios con mayor renta per cápita.
Si las cifras se duchasen, en La Muela tendrían que apagar primero la lavadora, porque la red de tuberías es la misma desde hace 20 años -la concesión del agua fue adjudicada a la empresa de uno de los imputados-. Si las cifras paseasen se darían cuenta de que no hay zonas verdes, pero sí decenas de urbanizaciones polvorientas a medio construir. Y como las cifras no tienen hijos, les da igual que el instituto esté en Epila, a 20 kilómetros.
Lo que sí indican las nuevas cifras es que el Ayuntamiento que simbolizó la opulencia en España está cerca de la quiebra, debe miles de euros a proveedores y tuvo deudas millonarias con Hacienda.
Aun así, y como comenta la camarera de la cafetería 4h, «el pueblo está dividido». «Quienes la votan y defienden son los de aquí de siempre, que han pillado cacho y se han hecho millonarios», dice una mujer recién instalada. «Si yo no hubiese vendido tierras éstos no tendrían donde caerse muertos, ni chalecitos, ni hostias», replica, bronco, un muelano en la barra del bar Quijote.
Muchos de estos millonetis voraces de cochazos y casoplones, que empuñaban la tarjeta de crédito con el frenesí de un sable láser, se han visto obligados ahora, arruinados, a agarrar de nuevo el arado o el torno. Como una metáfora de la España del ladrillo, la Samarkanda de Valdejalón se ha deshinchado con la violencia de un golpe del cierzo. El viento frío y cabrón del Moncayo.
EL MUNDO
EL PERIODISTA recorre La Muela y se sorprende de lo que encuentra: tres museos, plaza de toros, zoológico, viajes al Caribe... pero ni un instituto. «Bastante poco cobramos los políticos como para que no podamos recalificar», decía «Mariví», la alcaldesa, detenida por corrupciónA
Al llegar a La Muela, Dios pasaba de largo». Lo dice Marisa, los 70 en bandolera y la permanente, cual empalizada numantina, resistiendo los embates del cierzo. Todavía recuerda cuando aquello era un desierto lunar de acento maño, un pedregal con tres olivos mal encarados y los más pobres vivían en cuevas, allá en lo bajo del pueblo.
Y Dios no, pero un día de 1986 se frenó Eolo y plantó 12 molinos.De seguido, por primera vez, hizo parada y fonda el dinero. Con el parné desembarcaron las grúas. Como aquello cada vez se parecía más al resto de España, empezaron a apearse los dioses menores, los de sobremesa de hule, los Julio Iglesias, Jesulín de Ubrique y David Bustamante. De tanto en tanto, hasta venían extranjeros, que si gobernadores, que si alcaldes, a contemplar «el milagro de La Muela», que aquello era digno de aprenderse y ser contado.Y hasta corrió la voz en el pueblo, cuando Obama dijo que España era el ejemplo a seguir en materia de energías renovables, de que el presidente de EEUU podría terminar poniendo pie en este villorrio a 23 kilómetros de Zaragoza.
Esta es la historia de La Muela, un pueblo español. Quizás demasiado.Porque este municipio es un epítome del faraónico enriquecimiento de este país en las últimas décadas. El piso piloto de la corrupción made in Spain. Le llamaban «desarrollo», como en el franquismo.El faraónico decorado de oropel despertaba envidias y parabienes.Y era sólo un potaje de especulación urbanística donde (casi) todos mojaban.
Uno sabe que ha llegado a La Muela cuando, desde la A-2, divisa cientos de mástiles de secano. Como una rendición de Breda donde los lanceros portasen hélices. Se pasa del erial a la vanguardia en un giro de volante. Con el aerodinámico edificio del Museo del Viento arranca un paseo de diseño con farolas de vanguardia.Una cada cinco metros. Ni una pista de aeropuerto. Una preciosa promenade con vistas a la nada ruidosa de la autovía. Y 50 metros más allá emerge un segundo museo, el de la Vida, con una sede en forma de libélula. En las rotondas brillan horrendas estatuas de bronce. Y en la fachada del Ayuntamiento resalta un gigantesco reloj de cuco con danzantes, como si esto fuera Baviera. Volvemos a España al divisar la inmensa plaza de toros, reluciente como un chisme recién desembalado. Tiene cubierta retráctil y es más moderna que la de Zaragoza. ¿Y el instituto?, preguntamos. «A 20 kilómetros, en otro pueblo».
LA LLAMABAN «SHERIFF»
María Victoria Pinilla, 56 años, es muelana de toda la vida.«La Mariví», para los de aquí; «la sheriff», para los constructores de la zona, por su habitual chaleco negro y sus modales de John Wayne.
Cuando agarró el bastón de alcaldesa, en 1987, gestionaba la vida de 900 lugareños con 40 millones de pesetas. El 11 de marzo, La Muela llegó a su habitante 5.000 y el municipio gestiona al año 5.300 millones de las antiguas pesetas (32 millones de euros).«Esa mujer levantó este pueblo de la nada con sus manos»; «ha creado un paraíso donde no querían estar ni las culebras», comentan los lugareños.
Mariví nació con una mano delante y otra detrás. Cuando su padre murió, le tocó ordeñar vacas y vender leche, ayudar a coser a su madre y deslomarse como obrera en Cauchos Aragón S.A. Con la democracia, ella y su marido compatibilizaron la granja de conejos con la política. Fue elegida alcaldesa en 1987 por el CDS. A la legislatura siguiente, por el Partido Aragonés (PAR).Qué más daban las siglas. Lo esencial era la cuenta corriente.Que engordaba, como su pueblo, por sobredosis de talones.
En la comarca de Valdejalón se habla, con sorna, del «señorío feudal» de La Muela. «Esto es un cortijo. Aquí no ha llegado la democracia», se queja un ex concejal socialista que tiró la toalla, harto de enfrentarse contra molinos. Los hay que votan con la papeleta bien abierta para que «la Mariví» se cerciore.Luego llegaban los jamones en Navidad, las atribuciones a dedo de viviendas y los contratos.
Porque La Muela, ayuntamiento con ocho plazas de funcionarios, tiene una plantilla de casi 200 personas. El método ya lo descubrió Brezhnev, pero lo que dice el neón es que La Muela tiene un 1,7% de paro. «Y a fin de año no doy dinero a los vecinos porque es ilegal», se jactaba Mariví en la prensa.
A través de la agencia de viajes de un amigo, Mariví pagaba escapadas anuales a los ancianos del pueblo a Argentina, Finlandia, el Caribe... Partían con un Jumbo privado desde Zaragoza.
-Cómo no vamos a votar a la Mariví, si nos llevó a México, muy bonito el hotel, por cierto, y también de crucero -explican Paco y Montse, jubilados.
-¿De crucero? ¿Por dónde?
-Mmm, pues por el mar. Y a la noche había baile.
La ciudadana Kane que quería hacer de su pueblo «la segunda ciudad de Aragón» se despierta ahora en una celda compartida de la prisión de Zuera, acusada de nueve delitos (cohecho, malversación, fraude, blanqueo...). Ella, que vivía en una casa de lujo, que tiene un chalé de 400 metros en Sotogrande -«junto al de la Ana Rosa» Quintana, dicen en el pueblo-, una propiedad en Marbella, pisos en Madrid y Zaragoza, propiedades incalculables en su pueblo y veraneaba en una urbanización de lujo de Punta Cana, junto a estrellas de Hollywood.
«TODO SE VEIA VENIR»
Mariví no escatimaba en caprichos. La familia se compró tres BMW de una tacada. Pagó 18.000 euros por ir a Argentina a ver la final de la Copa Davis. Cuando se registró su casa, se encontraron 60.000 euros en morados, los billetes de 500. En las cajas fuertes bancarias de ella y otros imputados, otros 780.000 euros más varios lingotes de oro.
Bien estiraba el sueldo Mariví: 36.000 euros anuales. «Bastante poco cobramos los políticos como para que no podamos recalificar», soltó un día. La frase, quizás un lapsus, quizás sinceridad aragonesa, podría ser el eslogan de una época en España. Ella prefirió inventar otro para sus dominios: «La Muela, un pueblo con el viento a favor». Y con la energía eólica empezó todo.
Desde todos los confines del pueblo parten los infinitos campos de molinos que pusieron a La Muela en el mapa. Ahora hay 500 y las empresas que los instalan pagan 3.000 euros anuales por cada uno. El foráneo se pregunta por qué hay gente que camina con capucha a pleno sol. Basta salir del coche para sentir el latigazo del cierzo, el viento frío y cabrón del Moncayo. Pero la respuesta al manantial de dinero que inundó este páramo no está en el viento, sino a ras de tierra.
«Todo fue por avaricia y se veía venir desde hace tiempo», comenta Pedro (nombre ficticio), que fue teniente de alcalde de Mariví, El fue testigo de «facturas irregulares, asignaciones a dedo y muchas cosas incorrectas». Mariví, según explica a Crónica, recalificaba a cambio de su copiosa propina. «Siempre hablaban de los señores de Madrid. Luego éstos llegaban con los maletines, pagaban a cuatro y vendían a 24».
Mariví entregó la gestión del urbanismo a la Sociedad Urbanística La Muela, que ella misma presidía. En los últimos años recalificó hasta siete millones de metros cuadrados. Su brazo derecho, Julián de Miguel, presidente de la promotora Aranade, en libertad bajo fianza de 120.000 euros, ejecutó la mayoría de las obras. Y un megaproyecto que, según varias fuentes, desató la investigación del juez Alfredo Lajusticia: el polígono industrial Centrovía.
Cuando Pedro pidió explicaciones a Mariví, ésta le dejó clara la ecuación: «Si no estás de acuerdo, sobras. Dimite».
-¿Por qué no lo denunciaste?
La respuesta muda de Pedro está en sus hombros. Encogidos.
«La gente miraba para otro lado para enriquecerse o por miedo», critica Marisol Aured, responsable del PP en el Ayuntamiento y ex concejal de Mariví. A ella también le llegó en su día el «Tú sobras» de la sheriff.
Otros se quedaron, como el concejal encarcelado, Juan Carlos Rodrigo Vela. Trabajaba en la fábrica de General Motors. A la semana siguiente de recoger su acta apareció con un Mercedes.Con el mismo don para la síntesis que su superior en el consistorio muelano, Rodrigo Vela reconoció en un pleno que se había presentado «para cobrar».
«Teníamos la sensación de que algo muy gordo se tramaba», comentan Pedro y Adrián, responsables locales de Chunta Aragonesista (CHA), «pero carecíamos de las pruebas». No sólo ellos sospechaban.Pero el acuerdo PSOE-PAR en el Gobierno aragonés no ayudó a que se investigasen las acusaciones políticas que otros grupos habían llevado incluso a las Cortes regionales. Hasta que, hace un año, alguien denunció a la sheriff.
«El cierzo corre por el campo yerto, alborotando en blancos torbellinos la nieve silenciosa». Mariví no tiene estudios y seguramente no lea a Machado. Pero los vientos que sembró en silencio han terminado desatando una tramontana judicial, la operación Molinos, con tres encarcelados -ella, el concejal Juan Carlos Rodrigo Vela y el empresario madrileño José Carlos Fernández- y 26 imputados -entre ellos el hijo de Mariví, constructor, su marido, su primo, varios promotores y parte de su equipo municipal-.
El enésimo capítulo de una novela picaresca por entregas (Marbella, Andratx, Ciempozuelos, caso Gürtel, Totana ) que va camino de llenar tomos y tomos de la Historia contemporánea de España.
El Parlamento Europeo aprobó una resolución el jueves en la que crucificaba a España por un «sistema de urbanización masiva» que «ha ignorado los derechos legítimos de miles de ciudadanos al tiempo que ha destruido el medio ambiente» y un laxismo frente a la «avaricia y la conducta especulativa» de autoridades locales y constructores. El informe Auken citaba La Muela en su lista de desmanes urbanísticos.
Las cifras dictan desde hace años que La Muela, con sus tres museos, su zoológico de pájaros y su plaza de toros high-tech es uno de los rincones de España con mayor calidad de vida. Y uno de los 10 municipios con mayor renta per cápita.
Si las cifras se duchasen, en La Muela tendrían que apagar primero la lavadora, porque la red de tuberías es la misma desde hace 20 años -la concesión del agua fue adjudicada a la empresa de uno de los imputados-. Si las cifras paseasen se darían cuenta de que no hay zonas verdes, pero sí decenas de urbanizaciones polvorientas a medio construir. Y como las cifras no tienen hijos, les da igual que el instituto esté en Epila, a 20 kilómetros.
Lo que sí indican las nuevas cifras es que el Ayuntamiento que simbolizó la opulencia en España está cerca de la quiebra, debe miles de euros a proveedores y tuvo deudas millonarias con Hacienda.
Aun así, y como comenta la camarera de la cafetería 4h, «el pueblo está dividido». «Quienes la votan y defienden son los de aquí de siempre, que han pillado cacho y se han hecho millonarios», dice una mujer recién instalada. «Si yo no hubiese vendido tierras éstos no tendrían donde caerse muertos, ni chalecitos, ni hostias», replica, bronco, un muelano en la barra del bar Quijote.
Muchos de estos millonetis voraces de cochazos y casoplones, que empuñaban la tarjeta de crédito con el frenesí de un sable láser, se han visto obligados ahora, arruinados, a agarrar de nuevo el arado o el torno. Como una metáfora de la España del ladrillo, la Samarkanda de Valdejalón se ha deshinchado con la violencia de un golpe del cierzo. El viento frío y cabrón del Moncayo.
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